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Pues sí, decepcionante, sin más, sin rodeos, directamente, sin anestesia.

Pero unas cuestiones previas:

a) Fui con la fe del fan, voy a una película de Christopher Nolan, wow!, menuda credencial. [Apunte: si no has visto Memento, estás en pecado mortal; si no has visto Following su opera prima, estás descendiendo a los infiernos de la cinefilia; si no has visto El Caballero Oscuro, para de ltumblr_neqnk9HxKJ1qafgllo1_1280eer esto. No, es broma, tampoco hay tanta gente que lee este blog, ;-P)]

b) Argumento definitivo: el mismísimo Kip S. Thorne ha asesorado al equipo de producción. ¿No sabes quién es Kip?, tranquil@, no es tan grave, es que hay frikis de la ciencia que simplemente lo adoramos: tienes que leer Tiempo Curvo y Agujeros Negros o El Futuro del Espacio Tiempo. Además, tiene una vieja disputa con un tal Stephen Hawking, amigo suyo, pero con posturas irreconciliables sobre la relatividad y los agujeros negros. [Apunte: tras ver la película, me pregunto en qué lugar se pasó el tiempo el entrañable Kip, quizá en una pequeña rasgadura espaciotemporal para evitar el escarnio del guión][Tampoco voy a decir nada sobre que los agujeros negros parece ser que «tienen pelo», algo que afecta a la comprensión de lo que debería pasar en Gargantúa]

c) Hacía tiempo que no veía tantos caminos de la ciencia ficción tan «fusilados».

Dicho esto, hablaré un poco de la película de marras. [Alerta: puede contener spoilers]

Quitando la forma narrativa, que no está mal planteada y esa sensación retro-ucrónica de la película (me pregunto que argumentación podrán utilizar los negacionistas del cambio climático y de la sobreproducción del planeta), pese a estar situada en un futuro no muy lejano (menos mal que sí tenemos otras galaxias muy, muy lejanas), los hermanos Nolan configuran una historia que minimaliza la teoría de los 6 grados de separación, vamos, que no pasamos del segundo. Mira que el planeta es grande, pero el destino del planeta dependerá de las relaciones de un grupo mínimo de humanos, cerca de una vieja base del NORAD dedicados a la profesión del futuro: la agricultura (pregunten en La Moncloa en la actualidad, es lo más cerca que estarán de entender la importancia de la I+D para este país, pero me alejo del tema).

Dicho esto, la interrelación de los personajes derivada de los 30 minutos iniciales del metraje, se hace trascendental para el destino de la Humanidad, ahí es nada. Y en cuestión de escasos fotogramas comenzamos la más delirante odisea espacial (me da que Kubrick se está revolviendo en su tumba), con un tránsito desde la Tierra a la órbita de Saturno donde se aloja un Agujero de Gusano (bastante curioso) estable (les podrían haber preguntado a los asesores de Star Trek: Espacio Profundo 9 – DS9 para los iniciados).

A partir de aquí, el delirio (y no voy a cuestionar la premisa final sobre quién es el arquitecto de esta estructura: desopilante).

Mi comentario al final del film (tengo un testigo): «Dios mío está lleno de estrellas», podría decir el protagonista y de repente un Navegante de Tercer Grado de la Cofradía le podría decir: no abuses de la «especia» o tendrás alucinaciones pentadimensionales… [Esto es para frikis supernumerarios, lo siento].

El viaje no tiene pies ni cabeza, no sólo por el abuso de la tecnología y sus posibilidades. Lo del ranger despegando y aterrizando en planetas como si de una nave de Star Wars se tratara, y mientras, el despegue desde la Tierra con un cohete en tres etapas como mandan los cánones, tanto que precisamente hoy se ha hecho la prueba del nuevo lanzador de la NASA, el Orion (la misma NASA se negó a que se utilizara su logo en la peli y fíjate que no tienen el listón alto, recordad Armagedón). Y no voy a hablar de los peligros de un viaje de estas características en nuestro propio Sistema Solar (radiación, erupciones solares, micrometeoritos y a saber que más), por no hablar de «plegar» el espacio en un agujero de gusano (sus implicaciones relativistas) para salir cerca de un agujero negro con una singularidad «moderada» (este vocablo me apasiona), por no hablar de cierta confusión en determinadas cuestiones: la transmisión de datos cuánticos entre un ordenador y un ser humano en un espacio-tiempo pentadimensional rasgando el espacio tiempo para buscar un momento determinado en una realidad tridimensional simulada, tiene tela. Me pregunto que pensará Vlatko Vedral sobre esta cuestión.

Pero no quiero hablar de nada sobre la historia o el hilo argumental, eso lo dejo a vuestra elección. En un viaje tan largo con lo que hay en juego, ni siquiera sondean los planetas que visitan antes de «aterrizar» en ellos (incomprensible), pero lo que más me fascina es que la fuerza motora para entender la cosmología moderna es que no hay energía más fascinante e increíble que el amor. Sí, el amor consigue lo impensable. Ni antimateria, ni energía oscura, ni materia oscura, ni horizontes de sucesos, ni singularidades, ni nada de nada. El amor redime a los protagonistas y a la Humanidad.

Desopilante y tremendamente desilusionante. Esperaba algo más respetuoso con la ciencia. ¿Dónde estabas Kip?

PD: Y están preparando la secuela de Blade Runner sin Ridley Scott:-/ (Encomiendo mi alma a la Iglesia de los Ucrónicos de la Cuarta Dimensión en San Philip K. Dick) En fin… Ya queda menos para SWVII, Bond24 y STIII, que sería del frikismo sin las secuelas y sus franquicias)